El Buen Vivir como mandato constitucional
En Ecuador, el Sumak Kawsay se propuso como un modelo alternativo de desarrollo, siendo los movimientos sociales e indígenas los que incidieron para que esta propuesta fuera retomada como parte fundamental de la Asamblea Constituyente en octubre de 2007. Ese año, la noción del Buen Vivir fue recogida y plasmada por primera vez en un documento oficial del Estado ecuatoriano: el Plan Nacional de Desarrollo 2007-2010 . A raíz de la promulgación de la Constitución de la República en 2008 se adaptó el plan, convirtiéndose en Plan Nacional para el Buen Vivir 2009-2013. En la actualidad, el Buen Vivir sigue siendo el eje central de la política pública tal y como se recoge en el nuevo Plan Nacional del Buen Vivir 2013-2017.
El Buen Vivir hoy en día es un principio constitucional basado en el Sumak Kawsay, que recoge una visión del mundo que considera al ser humano como parte del ambiente natural y social. La Constitución ecuatoriana hace hincapié en el goce de los derechos como condición del Buen Vivir y en el ejercicio de las responsabilidades en el marco de la interculturalidad y de la convivencia armónica con la naturaleza (Art. 275). La Constitución ecuatoriana es la primera en el mundo que reconoce los derechos de la Naturaleza, siendo por tanto pionera en entender nuestra relación con la naturaleza desde la armonía y la complementariedad.
De acuerdo a la Constitución, el Buen Vivir es el goce de los derechos de las personas, comunidades, pueblos y nacionalidades en un marco de armónica coexistencia entre comunidades y naturaleza, dando prevalencia al bien común.
El Presidente Rafael Correa afirma que el desarrollo estrictamente económico no necesariamente es indicador de Buen Vivir para todos. Por eso, en una intervención en la sede de UNASUR, en la inauguración de la Conferencia Internacional de Desarrollo Sostenible que tuvo lugar en Quito a finales de junio de 2015, el primer mandatario afirmó que: “Durante toda la historia de la humanidad, el ser humano ha buscado consciente o inconscientemente algo llamado felicidad, bienestar o Buen Vivir; el Sumak Kawsay de nuestros pueblos ancestrales (…) La Economía supuestamente es la ciencia que tiene como objetivo la óptima utilización de los recursos para lograr esos fines, es decir, ese Buen Vivir de los individuos y sociedades”.
En esa ocasión el Presidente cuestionó varios elementos: “Hay una primera pregunta que debería contestarse: ¿Qué es felicidad, qué es bienestar, qué es Buen Vivir? La economía neoclásica, partiendo de la barbaridad antropológica de que los recursos son limitados frente a necesidades ilimitadas (…) nos dice que ese bienestar es la satisfacción de necesidades,… pero aquí viene la siguiente pregunta: ¿Qué son las necesidades, de dónde vienen, cuál es la diferencia entre necesidades y simples deseos? La respuesta nuevamente de la economía neoclásica señala que necesidad es todo aquello que el consumidor desea, y bajo esta premisa, conocida como la supremacía del consumidor, pone el énfasis en la maximización del consumo y, como corolario, de la producción de bienes y servicios. Todo esto conduce lógicamente al crecimiento ilimitado como forma de supuestamente aumentar cada vez más el bienestar. Sin embargo, cada vez mayores y mejores investigaciones nos dicen que el crecimiento ilimitado es indeseable. Al intentar medir directamente aquello llamado felicidad, basados en la percepción de las personas, los resultados destrozan los postulados neoclásicos. Los aumentos de PIB por habitante, a partir de cierto umbral no se relacionan con las percepciones de la felicidad de un pueblo” .
En la introducción al Plan Nacional del Buen Vivir 2013-2017 Fander Falconí, quien ocupaba en ese momento la dirección de la Secretaría Nacional de Planificación (SENPLADES), identifica cuatro dimensiones del Buen Vivir: armonía, igualdad, equidad y solidaridad. Lo hace con las siguientes palabras: “El Buen Vivir es la forma de vida que permite la felicidad y la permanencia de la diversidad cultural y ambiental; es armonía, igualdad, equidad y solidaridad. No es buscar la opulencia ni el crecimiento económico infinito”. Más adelante puntualiza que “el Buen Vivir es una idea social movilizadora, que va más allá del concepto de desarrollo -que se encuentra vigente en la tradición occidental-, pues está asociado a una noción más amplia de progreso. No se trata de un nuevo paradigma de desarrollo, sino de una alternativa social, liberadora, que propone otras prioridades para la organización social, diferentes del simple crecimiento económico implícito en el paradigma del desarrollo” .
El día de la presentación del Plan Nacional del Buen Vivir, el sociólogo ecuatoriano Pavel Muñoz explicó que este documento, más que una planificación sectorial, es un instrumento que plantea retos para avanzar hacia la construcción de la Sociedad del Buen Vivir en el mediano plazo. Para él, este esfuerzo es consistente con la Constitución de Montecristi de 2008 y requiere de la corresponsabilidad de todos los sectores y el trabajo desde los territorios.
Para la Secretaría del Buen Vivir, el Buen Vivir es un sinónimo de felicidad, pero no de carácter momentáneo, sino de la vida en su conjunto; la felicidad que representa la vida en plenitud, comprendiendo la armonía en tres dimensiones: las personas, la comunidad y la naturaleza.
Tal y como hemos visto en las páginas anteriores, la propuesta de repensar el concepto de desarrollo ya tiene al menos tres décadas y ha tenido diversas vertientes. Lo novedoso del Buen Vivir es que puede servir como espacio para confluir en las tres grandes dimensiones antes mencionadas.El principal reto no es homogenizar la formas de pensamiento, sino motivar a repensar lo que estamos haciendo y los efectos de nuestro actuar para el mundo presente y futuro.
El ex Presidente de Uruguay, José Mujica, en una entrevista realizada en 2014, dijo en respuesta a una pregunta sobre si el Estado debería preocuparse de la felicidad como acción de gobierno: “Ningún gobierno puede garantizar la felicidad. La felicidad es un estado personal, interior de las personas, dicen. Pero es falso. La felicidad necesita un medio ambiente, necesita un espacio para ser posible, necesita que justamente el resto de las cosas se midan a partir de la felicidad y no como un resultado aleatorio que podrá ser o no podrá ser. Tiene que ser una preocupación central.”
La idea del Buen Vivir no está siendo planteada únicamente por países andinos. Recientemente El Salvador ha adoptado este principio en su Plan de Desarrollo. El presidente salvadoreño, Salvador Sánchez Cerén, afirma en ese documento que “El Buen Vivir es una manera de ver la vida, de vivirla en comunidad, que va recorriendo América Latina como una buena nueva (…) Nos dice que es posible una vida en sociedad presidida por la igualdad, la fraternidad y la libertad, y que sí es posible una relación de los seres humanos con la naturaleza en armonía” .
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